Los hombres y las mujeres no engordamos de la misma manera, y la principal causa es debido a que la distribución de la LPL es diferente, igual que las células sexuales.
La LPL (lipasa lipoproteína) es una enzima localizada en los capilares sanguíneos que permite a los tejidos captar los ácidos grasos y utilizarlos como reserva o como fuente de energía. Por ejemplo, si la LPL está en la superficie de una célula muscular, capta la grasa para que el músculo la use como combustible, en cambio si está en una célula grasa, hará que esa célula grasa aumente su tamaño y por tanto engordemos.
La presencia mayor o menor de LPL en las células grasas determina en gran medida nuestra tendencia a engordar. Mientras los hombres concentran más LPL en las células grasas de la zona abdominal, las mujeres suelen tener mayor presencia de LPL en las células grasas de caderas y glúteos. Esto es lo que definitivamente explica el por qué los hombres y las mujeres tenemos una distribución distinta de la grasa corporal. Igualmente, si las mujeres presentan una grasa corporal en conjunto superior a los hombres es porque ellas tienen en conjunto más enzimas LPL en las células grasas de su cuerpo. Pero la LPL también está presente en el tejido muscular. Mientras la LPL en las células grasas favorece la acumulación de grasa corporal, la LPL en las células musculares favorece la quema de grasa como fuente de energía.
Cuanto más activa sea nuestra hormona insulina y sus enzimas en el interior de las células grasas descomponiendo triglicéridos y ácidos grasos con el fin de que puedan salir al torrente sanguíneo, más grasa podremos quemar como combustible, y más delgados estaremos. Pero hace falta tan solo una pequeña cantidad de insulina para frenar ese proceso y atrapar la grasa en el interior de las células grasas haciendo que almacenemos y engordemos en lugar de producir energía lista para quemar.
En este caso tendremos tendencia a engordar y tendremos menor cantidad de energía en el tejido muscular almacenado como combustible disponible para quemar con nuestra actividad física diaria. Como consecuencia engordaremos y ese déficit de energía en los músculos hará que nos volvamos más sedentarios.
¿Cuál es el principal regulador de la actividad de la LPL? La insulina. ¿Y de qué depende en gran parte nuestro control de los niveles de insulina? En efecto, de nuestro mayor o menor consumo de hidratos de carbono. Cuando la insulina está elevada, la LPL se activa en nuestras células grasas, mientras se inactiva en nuestras células musculares. Esto es, nuestro cuerpo se centra en almacenar grasa corporal. El escenario opuesto, que usemos la grasa corporal como fuente de energía en lugar de acumularla, tiende a producirse cuando la insulina desciende. Estando la insulina alta, su influencia es tan importante que aunque se liberen ácidos grasos de las células grasas, éstos no van a emplearse como fuente de energía. La insulina elevada en suma ordena a los músculos que sigan quemando glucosa (azúcar) en lugar de grasas.
¿Por qué nuestros hijos crecen cada vez más gordos?
Actualmente nuestros hijos crecen más que hace 20 o 30 años. Esta es una característica de la epidemia de la obesidad que se ha revelado recientemente en estudios de todo el mundo. No sólo hay más niños obesos que nunca en nuestra historia, sino que son especialmente más gordos en los primeros 6 meses, dato que demuestra que su peso no tiene nada que ver con su comportamiento.
Los niños obesos suelen ser hijos de padres gordos, en parte debido al control que los genes ejercen en la secreción de insulina.